Contra la república perfecta
Desmitificación de la literatura, espíritu libertario, mosaico de homenajes, juegos para amantes de los artificios (y artefactos) literarios, ensayos en estado puro, biografía camuflada de relato, todo esto más alguna sorpresa puede encontrarse en Contra la República Perfecta, una especie de caja portátil de géneros en miniatura. A lo largo de los distintos textos de este libro, el lector se ve enfrentado a un entretenido mapa para orientarse por el territorio desacralizado de la escritura, a la vez que traza un guiño cómplice a quienes, como el autor, son fanáticos enamorados de los libros.
Hay muchos ecos de los escritores preferidos del autor, como George Perec, Raymond Queneau o Gustave Flaubert. Y también mucha ironía, como el texto que da título al libro, gran sátira de la profesión de escritor y de su mundo viciado. Los Diarios como representación, la vida doméstica de Proust, el análisis detallista de Bouvard et Pécuchet, el cine de Fritz Lang, la escultura de Berruguete estudiada como un texto, o el relato sobre un tapiz chino del siglo XI son algunos de los asuntos tratados en este libro lleno de ecos litearios y agudas reflexiones.