El autor de este libro es un zombi
Publicado bajo el pseudónimo Hermanos Abad
Un día los hermanos Abad entran al viejo bazar del pueblito costero donde viven para que su dueño —que también hace reparaciones— arregle el desperfecto de un cuadro para su madre. Cuando al cabo de unos días vuelven a recogerlo, un extraño y siniestro garabato cubre la cara del personaje del cuadro. El tendero les dice que ha sido obra de su nuevo ayudante. Lejos de molestarse, los hermanos se sienten intrigados y piden ver otras «obras» del misterioso ayudante, quedando fascinados por su inusual temática: el corte transversal de un lugar de enterramiento, una anciana que parece flotar cabeza abajo en el centro de una habitación, un hombre alto con sombrero de copa escondido tras una ventana… Deciden que los dibujos son obra de un verdadero artista que está intentando contar una historia. Insisten al tendero para que les lleve a la trastienda donde su ayudante trabaja en silencio, y allí encuentran a un hombre grande y extraño, de mirada vacía, que se niega a hablar. Ante las pertinaces preguntas de los hermanos, comienza a responder con frases más bien incoherentes que pronuncia con dificultad. Su nombre, dice, es Robinson Dostoievsky.
Los hermanos deciden grabarle varias entrevistas y publicarlas en forma de libro. Pronto se verán literalmente tomando parte en una aterradora historia, que enfrentará su curiosidad infantil a una serie de sucesos extraordinarios en torno a la búsqueda de un tesoro y ciertas prácticas de brujería.