El peor libro del mundo
Un niño, hijo de un escritor, descubre el libro que su padre está escribiendo. Un libro de terror que no tiene que ver con demonios, brujas, monstruos. Es una historia de la infancia a lo largo de los siglos. Lo que el protagonista va leyendo a escondidas en el manuscrito de su padre es una serie de tragedias: la esclavitud, la muerte de los santos inocentes, la cruzada de los niños, etc.
Conforme la crónica que escribe su padre durante el día se acerca al siglo XX, el niño va angustiándose más y más. No sólo él. La madre no se levanta de su cama desde hace tiempo, como si estuviera aquejada por una grave enfermedad, y cuando el padre la visita, se sienta a su lado tristemente para decirle que lo perdone pero que debe hacerlo, que alguien debe hacerlo.
Entonces el niño decide ayudar a su padre, a su madre y a todos los niños del mundo: durante las noches, mientras sus padres duermen, él comienza a escribir a escondidas en el libro de la infancia. Su participación es mínima. Únicamente anota una palabra aquí y allá en la redacción de su padre como si vertiera semillas.
“No”. Esa es la palabra que escribe antes de cada afirmación terrible de una tragedia infantil, de modo que donde decía, por ejemplo, se perdieron, sufrieron, murieron, él escribe no se perdieron, no sufrieron, no murieron.
Esta voluntad de negación parecerá traerles alivio a él y a sus padres hasta un último momento en que habrá de aceptarse la fatalidad de ciertos acontecimientos que ya no pueden ser cambiados.