La forma de la noche
El 18 de julio de 1936, mientras el coronel Aranda se alza contra la República en Oviedo, la capital del Principado de Asturias, a sólo unos kilómetros varios tigres se escapan del circo Franconi, acampado en la ciudad costera de Gijón, sede de los sindicatos obreros. El miedo a las fieras crece al mismo ritmo que la violencia desatada por la Guerra Civil, en una de las múltiples alegorías que contiene esta novela, una de las grandes obras de la literatura española del siglo XX. Pero La forma de la noche no es sólo un relato bélico: a través de la singular historia de amor entre un miliciano y una joven de la burguesía asturiana, aureolados como héroes por el fervor popular, Juan Pedro Aparicio indaga en las raíces que cimentaron la sociedad de los «cuarenta años de paz», dominada por la tiranía de los vencedores en connivencia con la jerarquía eclesiástica. Por primera vez aparece Lot, un territorio de ficción en el que los niños deben dar la espalda a las cuerdas de presos y los adultos tienen prohibido mirar atrás. Construida con muy depurada técnica, por su páginas desfilan personajes capaces de grandes actos heroicos y de las peores vilezas, una galería de tipos humanos ciertamente memorable, algunos de los cuales volverán a protagonizar otros títulos de un autor caracterizado por la potencia de su narrativa y un incisivo sentido del humor.