Lobo viejo

Lobo viejo

Año: 2009.
Editorial: Alianza.

El escritor Rafael Lobo ha decidido emprender un viaje en su viejo Ford Capri para saldar, definitivamente, todas las deudas pendientes con sus fantasmas personales. Un viaje que le llevará a los territorios reales –los del sur de España carcomido por la especulación y el desarrollo salvajes–, a los de ficción –los de sus propios libros–, y a esos otros que entremezclan lo vivido con lo que hubiera podido ser. La vida y la literatura se enfrentarán con todas las consecuencias en una lucha a veces cruel, otras no queriendo tocarse la una a la otra, y siempre con cada una de ellas reclamando su lugar desde que Lobo encuentra a la joven Silvia Solís, a su madre Mery Suardíaz y a García –el traductor, viejo conocido que es, en cierto modo, su complementario y su contrincante–. Todo comienza a desatarse en un ajuste de cuentas con el tiempo. El amor y las traducciones, el paisaje destrozado y los sentimientos heridos, la grandeza y el fracaso del puro vivir aparecen unas veces como voces principales y otras como telón de fondo de una existencia –la del héroe de otras novelas del autor que aquí se convoca para gozo de sus seguidores– que parece empezar a cerrarse entre las luces –siempre tenues– de lo logrado y las sombras –demasiado poderosas– de lo que nunca pasará de un sueño no cumplido. Y habrá de ser el lector, a fin de cuentas, quien acabe por decidir quién gana la partida.

Con Lobo viejo, Mariano Antolín Rato, uno de los narradores más personales, épicos, seguros y audaces de la literatura española de hoy, ha construido una novela en la que lleva a su máxima expresión todas las obsesiones que han hecho del conjunto de su escritura una muestra imprescindible del devenir de su propia generación, esa que comenzara su peripecia con la música de Bob Dylan y que aquí se refleja con inusitada brillantez.

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