Un català a Madrid
Los madrileños tienen una vocación y una convicción: Madrid es la capital de una «España, una, grande y libre». Y punto. No hay nada tan decepcionante, en Madrid, como hablar sobre los nombres de las cosas.
El sustantivo nación y el adjetivo nacional permiten medir las distancias realmente existentes entre la persona que se ha movido por Catalunya y la que ha echado raíces en Madrid. La afirmación voluntarista, y extraconstitucional, de «Somos una nación» choca, una y otra vez, con la RENFE o la ONCE o el INI dónde la letra «ene» se refriere a que la red de trenes «nacional» es española y basta, que los ciegos o invidentes suscitan «ilusiones» españolas, que la industria tiene un instituto de todo el Estado y que la «Audiencia Nacional» no tiene límites ni autonómicos ni provinciales.